Sergio Ramos es un jugador de los que todo entrenador quiere tener en su equipo: tiene raza para dar y tomar y fútbol para repartir. Un defensa de los de antes.

Desde que llegara al Real Madrid le han comparado con muchos mitos del madridismo, pero Sergio Ramos quiere hacerse un nombre en sí mismo, sin necesidad de referencias. Así se entiende que su carrera haya ido ‘in crescendo’ desde que saliera del Sevilla con destino a la capital de España… y a la Selección.

Porque en España, el lateral de Camas demuestra su polivalencia al igual que hace en su equipo. Lo mismo actúa como un central marcador, que ocupa la demarcación de libre para estar siempre al quite. Es su rol con ‘La Roja’, lejos de la banda derecha que suele ocupar en su equipo, pero presto siempre por si el entrenador le necesitara en otra ubicación.

Con Piqué formará una pareja de cuidado: fuerte, seria… y con fútbol. Porque si el central del Barcelona se especializa en el juego aéreo y es normalmente el primer pase de Casillas para sacar el balón jugado, Ramos muestra un toque de balón que ya querrían para sí muchos de los mejores futbolistas del mundo. No es extraño verle realizar pases de 50 ó 60 metros medidos a sus compañeros para buscar quebrar las defensas rivales.

Fuerza, potencia, mucha clase y polivalencia. Fútbol, en definitiva, al servicio de la causa, la de la selección española que espera dar el golpe definitivo a partir de este próximo viernes en Sudáfrica.


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